Salí sobre las cinco de la mañana, sonreí cuando le dije a Verónica que era mejor que me dedicara al trabajo desde la madrugada para evitar un dolor de testículos, por no hacerle el amor, más por lo acostumbrados que estamos a nuestro infaltable mañanero.
—Patrón, ¿por qué tan madrugador? —saludé a Jacinto. Me puse el sombrero.
—Jacinto, es mejor evitar tentaciones. —sonrió.
—Felicidades por sus hijos.
—Gracias. —siempre trabajo a la par con ellos, pero yo empiezo después de siete.
—Ya las vacas fueron ordeñadas, a las seis debe llegar el nuevo lote de ganado. —afirmé.
—Hay que marcarlas una parte hoy y la otra mañana.
—Patrón, la restricción es por los primeros tres meses a menos que presenté algún problema. —solté la carcajada. No dijo nada más y él continuó con sus labores.
Me acerqué a Amón estaba aislado, Hathor estaba preñada de nuevo, tenía seis meses de gestación, el potro hijo era una copia de su padre y le pusimos Zeus, quería seguir con los nombres egipcios, pero Verónica s