—¡Ya basta, Odiel! —Jing espetó ofendido por las palabras del mestizo—. ¿Cómo te atreves a venir a ofender a mi hijo en mi propia casa?
—Como guardián, debiste criar mejor a tus hijos. —Odiel atacó con una sonrisa irónica—. Se supone que ustedes dos le explicarían el uso de las joyas y las responsabilidades que tienen como familia de guardianes.
—Hemos hecho todo lo que tú y el maestro Chan nos han pedido; hemos organizado las enseñanzas para los futuros guardianes y criado a nuestros hijos bajo los principios que ustedes nos inculcaron. —Leela lo confrontó tratando de no perder la compostura—. No entiendo a qué se debe todo esto, Odiel. ¿Podrías explicarnos?
—Quien debe explicarles lo que hizo en la Tierra, es su querido hijo. Vamos, Lían —se dirigió al chic