Ulises besó sus labios con fervor mientras Eli se recostaba sobre la cama. Él quedó encima de ella sin dejar de devorar su boca.
—Enana, es mejor salir a cenar con los demás o no cumpliré mi promesa de no tocarte hasta que nos casemos —dijo con la respiración echa un caos.
—Pero quiero estar contigo a solas un poco más. —Hizo un puchero. Él chupó el labio que le sobresalió provocando que ésta ría a carcajadas, acto seguido volvió a besarla. Sus manos estaban inquietas moviéndose sobre sus hombros, como si temiera que tomen vida propia y toquen zonas prohibidas.
—¡Ay no, Eli! ¡Ya no puedo contenerme más! —dijo tembloroso y besó su cuello con pasión, provocando que Eli se estremezca. Sus besos desesperados y sus respiraciones agitadas era el sonido de aquel lugar.