—¿Dónde estabas? —Dimitri la estaba esperando frente a la puerta. Era de madrugada y la oscuridad inundaba el lugar.
—No es tu asunto. —Leela contestó de mal gusto y se dirigió a la puerta. Él se puso delante de ésta, obstaculizando el paso—. ¡Muévete! —Leela le reclamó frunciendo el cejo.
—Hueles a él. —Dimitri la miró con reclamo—. ¿Cómo te atreviste?
—Dimitri, deja de meterte en mi vida. —Lo confrontó con la mirada. Él puso una mano sobre su cintura y con la otra peinó su cabello de la rabia.
—Somos un equipo, lo que hagas nos afecta a todos.
—No te preocupes, fui cuidadosa y nadie me siguió. —Trató de entrar, pero él se lo impidió.
—Te acostaste con él, ¿cie