Capítulo 49

El lugar era oscuro y tenebroso. El cielo se alumbró con una pequeña luz y pudo descubrir que había un río. Se acercó lentamente y con gran curiosidad. El brillo de la pequeña luz se reflejaba en el agua y ella se puso de rodillas y miró a través de las cristalinas corrientes. 

Un rostro conocido se reflejaba bajo el agua. 

 —¿Ulises? —Ella preguntó asombrada y él la encaró sonriente.

 —Adiós, Leela. —Le pareció escuchar desde la profundidad. Su voz era dulce y tranquila. El cuerpo de Ulises empezó a sumergirse en el agua, hasta que él desapareció de su vista.

 —¡Ulises! —Leela despertó con un grito de desesperación. Sudores fríos recorrían su cuerpo y sus manos temblaban sin control.

 —¿Estás bien? —Jing pr

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