Capítulo 22

 —Leela, no te alejes. —Su madre le advirtió mientras cocinaba en el gran fogón. Su aldea era pequeña y de gente con pocos recursos económicos. Su padre había muerto en la batalla meses atrás, por consiguiente, su madre y ella vivían de la pensión que el rey le dio. Leela tenía doce años y su cuerpo estaba empezando a cambiar por lo que su madre la cuidaba con recelo, dado que no tenían quien las protegiera.

 Leela siempre fue una niña traviesa e inquieta y a su madre le era difícil controlarla. Ella acostumbraba a adentrarse en el bosque a practicar las técnicas de combate que su padre le había enseñado, pese al regaño y advertencia de su progenitora. Ese día ella se alejó más de la cuenta. Salió a una carretera poco transitada y se adentró en un bosque que quedaba al cruzar la solitaria c

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