—Debe ser difícil ser una guerrera. —La princesa se dirigió a Leela con curiosidad. Ella estaba sentada sobre su cama y Leela parada cerca de la puerta. Pey, la criada de Elena, le servía el desayuno. La princesa Elena no era muy extrovertida y pocas veces comía en el comedor.
—Lo es. —Leela la miró con una sonrisa. Pese a que ella era la prometida del hombre que amaba, Elena, hasta el momento parecía ser una chica amable y no tenía la culpa de todo ese asunto entre ella y Jing—. Pero es emocionante, también.
—No obstante... no es muy femenino serlo —Elena la miró con desprecio— y matas personas. Tienes las manos sucias de sangre.
—Su majestad, usted depende de nosotros los guerreros para su protección. Si ahora mismo viniera su enemigo y la atacara, a usted no le importaría que yo me ensucie las manos para sa