Inicio / Romance / Mr. and Mrs. Problems / 4.Primer día y una rica pizza
4.Primer día y una rica pizza

CHARLIE

—Bueno, Will, debes admitir que ni en un millón de años podrás cocinar algo decente, hasta el agua quemas. —bromeé, él me fulminó con la mirada.

—Eh, no te burles. —se rió—. La pizza está rica —dijo dando un gran mordisco a su pizza de peperoni.

—Tú no has hecho la pizza. —dije con ambas cejas levantadas.

—Sí que la he hecho. —dijo sonriente.

—¿Ah, entonces te llamas Tonny?

—Sí, William Patrick Tonny McCabe Leroys, por favor. —dijo con un tono elegante, que hizo que riera, él se contagió de mi risa rápidamente. Adoraba haber vuelto y pasar tiempo con mi hermano. Creo que era lo que más extrañaba cuando vivía con mamá, estaba sola, ahora ya no. Ambos habíamos cambiado, no sólo en actitud, en apariencia igual. Aún recuerdo cuando él era un niñito débil y con granitos. Ahora, gracias a muchas cosas, está verdaderamente guapo. Noté de volada que hizo un gran esfuerzo por mejorar su físico y salud.

—Pero, Tonny tiene barba de chivo. —dije y la risa aumento más. Will tomó uno de sus peperonis y se lo puso en la barbilla.

—Listo.

Después de que paramos de reírnos como, ya que mitad de la clientela nos miraba como bichos raros, nos calmamos, el rostro de Will se puso serio de la nada, entonces sabía que lo que iba a decir, sea lo que sea, seria serio.

—Bien, pequeña McCabe, como sabes es tu primer día...

—No me digas. —noten mi sarcasmo.

—Bien, niña, sé que ya te lo dije anoche, pero será mejor que te lo repita.

—No, no, no, tranquilo, estoy bien. Créeme, entendí tu punto. —dije desesperada, no quería escuchar su larga lista de que debo y no debo hacer, este asintió con una linda sonrisa, mostrando sus perfectos dientes blancos.

—Sabes que me preocupas, es todo.

—También lo sé.—aprieto su mano sobre la mesa—. Eres mi hermano y es totalmente normal, creo.

—Cabe recalcar que estuvimos separados bastante tiempo. Es decir, tenemos recuerdos de niños, pero ahora todo ha cambiado. Ya ni sé qué puede pasar.

—Vamos, no es peligroso este lugar.

No me contestó, pero algo extraño pude notar cuando me sonrió de manera vaga.

—Quisiera que pasáramos más tiempo juntos. —saca de la nada, como si... hubiera pensado algo que lo dejó mal y pensativo, pero lo evitó de golpe—. Tiempo de hermanos. Lo necesito.

—Ah—ni idea de qué quiere decir—. Está bien, hay tiempo todavía. ¿Qué quieres hacer?

No entendía porqué en sus ojos veía algo apagado. ¿Qué pasó?

—Creo que han puesto una mesa de futbolito en la planta de arriba.

—¿Una partida? —sonrío.

—¿No llegaremos tarde si hacemos eso? —se ríe conmigo.

—Un poquito.

—Acepto.

Fuimos corriendo hacia las escaleras para poder ver quién llegaba primero de los dos, porque el perdedor pagaba. Así que todo fue bastante interesante.

—Pagas, Charlie. —mi hermano se bufa de mí.

—Tienes piernas más largas que yo—me quejo—, aparte me empujaste en el último escalón.

—Perdedora.

—A jugar y serás tú quien pague la comida de esta tarde. —pongo mis manos alrededor de las palancas de los jugadores azules, lista para poder darle una paliza a mi hermano mayor.

—Como quieras.—sonríe de lado—. Abres el partido.

Al poner la pelota blanca en medio de nuestro campo de juego, pudimos dar inicio a nuestro juego. Fue interesante ya que ambos somos bastantes competitivos y perder no estaba es nuestra lista de cosas que hacer el día de hoy. En tantos segundos hacíamos rápidos movimientos para poder desafiar la defensa del oponente y llegar a la portería de un solo golpe, pero Will tenía los reflejos muy desarrollados. El primer gol fue el mío, pero el empate se hizo presente al segundo siguiente.

—Vas bien. —comenta cuando levanta la vista.

—Concentrate en mover a tus jugadores.

Cuando di un giro fuerte en una palanca, pude meter un gol increíble sobre la mirada atónita de mi hermano.

—Te dije que estuvieras atento. —quise reírme de él, pero decidí no ser cruel porque aun así se vengaría.

Comienza a reírse de si mismo. Después de todo no faltó eso, así que cuando me percaté, él había metido un gol sin que me de cuenta. Sí que era un tramposo. Más de diez minutos tratando de hacer algo, pero éramos tan buenos que se nos complicó montón, no era sorpresa. Cuando el partido finalizó, lastimosamente hubo un empate, por lo cual sería poner mitad del dinero de la comida cada uno. Aunque sea fue divertido, pero más aun cuando fuimos volando hacia nuestra mesa para poder conversar.

—Oh, cambiando de tema, un pajarito me ha contado que eres una señorita problemas. —absorbió un poco de su soda de fresa, yo hice lo mismo, pero con la mía de naranja. Me miraba fijamente.

—¿Y ese pajarito ha sido nuestra tía?

—Ella sólo quería advertirme.

—Pues has escuchado bien, hermanito, me sorprende que aún tienes neuronas funcionales para retener ese mensaje. —rió ante mi comentario.

—Sí, pues... me sorprende a mí de igual manera. Entonces eres como mi pequeña descendencia. —reí ante lo que dijo.

—¿Tú también? —reí más fuerte.

¡Ni de broma! Por favor, estamos hablando de Will, William McCabe, aunque si sea un diablo, ciertas veces, no es ni la mitad o ni siquiera el cuarto de lo que soy yo. Podíamos apostarlo de todas las formas posibles.

—Para tu sorpresa —rió entre dientes, dando otro mordisco a su pizza—, yo soy el rey.

—No me hagas reír, William —bromeé.

—¡NO ME DIGAS WILLIAM! ¡ODIO ESO! —gritó entre divertido y ofendido.

—Vale... —dije tratando de escudarme con la bebida, lo miré de nuevo—. William.

(...)

Reí ante su acto de niño chiquito, ya que es eso, puso su típico puchero, el mismo que hacía cuando hacía revueltas de niños, podríamos decir que si pudiera sería un muy buen hippie luchando por la liberación de ardillas.

Paramos de reír.

—Oh, es verdad. Charlie, una amiga vendrá. —dijo de repente. Lo miré confundida.

—¿Una amiga? —fui mirando alrededor—. ¿O una conquista? —levanté una ceja.

—Sí, claro. —dijo irónico—. Es la hermana de Derek, ¿la recuerdas? —preguntó mostrándome una foto en su celular donde estábamos un grupo de chicos, apuntó a una chica que llevaba puesta una capucha blanca y que sólo sus ojos verdes podían distinguirse.

Negué con la cabeza, estaba tratando de recordarla pero no encontraba nada en mi disco duro.

—Emma. —dijo al notar mi expresión de no saber nada.

—La verdad es que... —paro de hablar, casi no recordaba nada, pero, de la nada, vino una imagen a mi mente.

Oh, es verdad, Emma.

—Ha cambiado, pero sigue siendo dulce. —me muestra otra fotografía.

La niña de mis recuerdos se había ido por completo, ahora una pelirroja muy bonita con rasgos delicados y bajita estaba en esa imagen. De verdad que verla fue algo impresionante, parece que a todos nos tocó recibir una golpiza de la pubertad. Ella era una de mis mejores amigas anterioremente, cuando éramos unas niñas y jugábamos con los chicos de vez en cuando.

—Ah, ya la recuerdo. —dije suspirando—. Que tiempos.

—Eran bastante unidas. —empieza a jugar con su soda—. Me alegraría que volvieran a ser como antes.

—Will, acabo de llegar —me pongo a reír—, eso se da poco a poco. Casi no recuerdo nada de ella o de la mayor parte de mis aventuras. Lo único que tengo es esa idea de que una vez jugamos con lodo y ensucié el calentador que mi madre me había comprado. La reprimenda fue terrible.

—¡Verdad! Qué gracioso.

Le di un golpe en la cabeza.

—Bien, ella llegará en unos cinco o siete minutos. —dijo mirando su celular.

—¿Por qué?

—Quería verte, se ha enterado que has llegado aquí hace unos días y que vivirás con nosotros. —dijo restándole importancia—. De verdad que estaba emocionada por volver a verte.

—¿Y cómo se enteró?

—Derek, ese maldito no ha dejado de hablar de ti desde que llegaste. Te lo juro que si no fuera mi mejor amigo le partiría la cara, pero sé que él no rompería el reglamento básico.

—¿Reglamento? —pregunté claramente confundida.

—La de mejores amigos, Charlie. —dijo como si fuera lo más obvio—. ¿Es en serio? ¿No lo conoces? Bueno, te digo. Primera regla de nuestra rara hermandad —alzó su mano mostrando un dedo—: No se mete con las ex o enamoradas o pretendiente del otro. Dos —cuenta con sus dedos—. No se mete con la hermana de uno de ellos, ellas son intocables y tres: quien rompa la regla, él otro le rompe la cara, es simple.

Mis ojos se abrieron a la última regla, pero al final reí.

—Tarados. —dije en voz baja, rogando que no me haya escuchado.

—Es normal que se haga eso, Charlie. —dijo.

—¿Seguro?

—Muy seguro, imagina que tú y él, o Emma y yo tengamos una relación, acaba (si no es que mal) y hasta ahí llegó la amistad. Incomodidad, pelas y más desastre.

—Tal vez le he gustado. —quería jugar con él un rato, me agradaba el Will celoso y sobre protector ciertas veces, para mí era bastante divertido.

—¿Qué? —dijo mirándome como asesino serial—, él se atreve y yo le rompo todos y cada uno de sus huesos, recuerda... Cheeky.

—Sí, Cheeky, dudo que lo use algún día.

—Ya veremos, hermanita, todo se fue de cabeza con tu apariencia. Hay que ser sinceros, eres linda y no me gusta que nadie juegue con personas de manera sentimental. —me miró toda y dio un suspiro—. Me complicarás las cosas.

Si creían que me iba a sonrojar con esa cursilería de parte suya se equivocan, lo único que pasó, fue que mi pizza hawaiana se encontraba en su cara.

—Cállate. —espeté.

Él iba a decir algo pero una voz dulce y delgada nos llamó del lado derecho de la mesa, los dos la miramos. ¿Emma?

Una pelirroja de ojos verdes estaba parada frente a nosotras con un vestido floreado. Podía notar su alegría en la sonrisa que llevaba consigo mientras nos miraba.

—Hola, Emma. —la saludó Will, lo siguiente que vi fue que se paró para darle un beso en la mejilla—. ¿Y Derek? —preguntó.

—Se ha ido directo al colegio, lo veremos allá. —dijo ella sacando su celular—. ¿Han terminado?

Mientras ella hablaba, yo la miraba con cuidado.

Wow...

Sin sus pecas y con rímel en las pestañas,  sus ojos sobresalen mucho más, y debo admitir que era bien bonita. Ella se fijó en mí por mi intensa mirada. Lo que me llamó la atención era que venía con unos lentes gigantes de marco negro, debía de ser moda, pues ella tenía una excelente vista.

—¿Charlotte? ¿Charlotte McCabe? —dijo señalándome con una sonrisa algo confusa.

—Charlie. —corregí, ¿qué no se dan cuenta que odio el nombre Charlotte?

—¡Dios mío! —gritó emocionada y se me abalanzó para abrazarme—. Soy yo, Emma, Emma O'dowell, ¿me recuerdas? —dijo tomándome de las manos.

—Sí, claro. —traté de soltarme de ella, me estaba apretando muy fuerte, hasta sentía como que lo hiciera a propósito y me molestaba las cosas así.

—Oh mi Dios, te ves hermosa, te ves diferente. —me miró de arriba abajo con una gran sonrisa.

—Sí... bueno yo... —me interrumpió.

—Y eres rubia, mi Dios, Charlotte, estás hermosa. —siguió.

—Charlie. —corregí algo molesta por cómo no dejaba de hablar.

—¿Disculpa? —me miró confundida.

—Charlie, odio que me digan Charlotte, Charlie, ¿entendido?

—Eh... bueno... creo —notó mi tono brusco así que dio un paso hacia atrás soltando mis manos.

—Bien. —dije cortante, ella rió nerviosa por mi actitud, ya por favor, alguien tenía que callarla, miré a Will que me miraba con ojos de: pide disculpas ahora mismo y yo hice un gesto de: no, ni me importa.

—Bueno... Charlie. —otra vez ella, traté de mostrar desconcierto—. Linda, a los años, deberíamos salir al centro comercial, al salón de belleza, al cine quizá. —la interrumpí.

—No me gustan los centros comerciales, odio a la gente, odio el salón de belleza, odio ir al cine, prefiero libros, así que mejor para la próxima —dije rápidamente.

Noté que la estaba poniendo algo enfurecida, pero me divertía, como lo dije, señorita problemas.

Y también noté que cuando miré a Will para decirle que debíamos ya ir al colegio, ella me examinaba toda, con una cara de... ¿Envidia? ¿Celos? ¿Desaprobación? Pero parecía más por las dos primeras. No sabía ver chicas así pero aún así mantendría mis barreras.

La miré con ambas cejas elevadas y ella me sonrió como si no estuviera mirándome desde hace segundos. Bien, esto no me gusta y lo peor es que soy mala con las chicas, si ella es como todas las otras, que Dios me ampare. Will nos hizo ir al auto para dirigirnos al colegio.

Llegamos al estacionamiento del colegio en pocos minutos, no pude no mirar por mi ventana, observé la puerta principal donde todos estaban entrando, saludando, besando, etc. Ya saben, típicas cosas de adolescentes. Bajamos del auto cuidadosamente, cuando mi maleta resbaló por mis piernas y cayó al suelo creí que me iría junto con la maleta, pero por suerte mantuve el equilibrio.

—Hola, mis amigos. —alguien nos habló a nuestras espaldas, los tres giramos y me encontré con un perfecto Derek.

¿Yo dije eso? Ya, cerebro, procesa bien tus ideas.

—Oh... —dijo sorprendido al verme. Me fijé en su vestimenta de: estoy en una sesión de fotos, tenía el mismo estilo que Will, me miró solo a mí—. Hola, Charlie. —me guiñó uno de sus perfectos ojos.

—Ya te lo advertí, O'dowell, has eso de nuevo y te parto la cara. —dijo Will que se había acercado a nosotros rápidamente, Derek alzó las manos diciendo: soy inocente. Reí, pero aún así mis mejillas tomaron un poco de color y otra vez noté como Emma me miraba de una manera... ¿rara?

Pero algo me distrajo. Un chico que bajaba de su moto negra como todo un galán de típicas telenovelas.

Mis ojos se abrieron al verlo. ¿Quién es él?

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP