Camino a paso rápido para salir de la empresa y poder ir por mi pequeño para llevarlo a casa de uno de sus amiguitos, justo como lo prometí.
— ¡espera! —oigo su voz, volteo y esta su amigo frente a mí.
—señ…
—Dime Franco… —sonríe al mismo tiempo mientras noto como me observa con intensidad.
— ¿le puedo ayudar en algo?
—bueno… ¿Qué tienes que hacer este fin de semana? — ¡rayos! esto me puso roja.
—no entiendo… perdón…
—Franco… la señorita ya se iba —llega tras nosotros el “Sr. Arrogante” con su porte rígido. —nos vamos —dice mirándome y esto no lo entiendo. Me despido de su amigo y lo que no quería… tuvo que pasar. Ir sola con el dentro del auto, su presencia es fría y pesada. Vamos e