Al estar de regreso veo como Antonio corre a los brazos de Helena y sé que echo de menos a su hermosa mamá, los días fueron los mejores de nuestras vidas. Mamá denota en su mirada tanta felicidad al saber que Helena y yo estamos casados incluso preparo una deliciosa cena familiar. Me quedo recostado en la puerta de la habitación de Antonio, observo como Helena le da un casto beso lleno de amor a nuestro pequeño.
—Te falto yo —digo al darse ella vuelta sonrió con picardía mientras mis ojos se pierden en la belleza de su rostro.
— ¿Quieres que te arrope? —dice rodeando mi cintura con sus brazos.
— ¡Por supuesto que sí! Ahora si… dormirás en mi cama —hablo mientras la tomo de la mano y caminamos hacia la habitación donde, al abrir la puerta la cierro con seguro no permitiré que nadie nos interrumpa.
— ¡Amor! —sonríe con tanta inocencia y yo solo quiero deleitarme de sus suaves besos.
—Ahora si… solos —suspiro besando su suave mano, Helena me observa y sigue el juego. —Por cierto preciosa