Era como si Daisie hubiera bebido mucho champán. Si fuera vino tinto, ya estaría borracha.
Su cabeza daba vueltas y sus mejillas se sentían calientes para cuando salió del banquete.
Cuando Mitchell se iba, se detuvo un momento y la siguió.
Daisie llegó al estacionamiento, y había un Cayenne plateado esperándola.
Mitchell podía sentir que el hombre que venía a recogerla tenía que ser el que la apoyaba desde las sombras.
Se apresuró a dar unos pasos rápidos para alcanzar a Daisie y la agarró del hombro para ayudarla a caminar. "Señorita Vanderbilt, está usted borracha. Déjeme llevarla al coche".
Daisie se quedó atónita. Antes de que ella pudiera hacer algo, Edison apareció de la nada y alejó a Mitchell. "No pasa nada, Señor. Mi Amo la llevará de vuelta".
Mitchell miró a Edison con asombro.
'¿Amo?’.
Justo como él esperaba, el hombre era alguien de estatus.
Edison esperó a que Daisie subiera al coche antes de sentarse en el asiento del conductor.
Mitchell permaneció petrificado