David se quedó atónito por la bofetada que recibió, cubriéndose la cara, dijo perplejo: —Papá...
—¡Ya lárgate!
Edgar gritó con furia: —De ahora en adelante, no me llames papá. A partir de este momento, rompemos nuestra relación de padre e hijo.
Dicho esto, se agarró el pecho, su rostro se tornó pálido como una hoja de papel, y su cuerpo empezó a temblar.
No estaba muy claro si era debido a la ira o al miedo extremo, pero sintió un desvanecimiento y se desmayó en el acto.
Esta repentina escena dejó a los tres presentes totalmente asustados.
—Papá, ¿qué te pasa? ¡No me asustes!
—Rápido, rápido, llamen a una ambulancia.
Después de llamar al número de emergencia, Edgar fue llevado con urgencia al hospital más cercano.
¿Cómo pudo pasar esto?
Los tres todavía no podían reaccionar a lo sucedido.
David no pudo evitar mirar al acaudalado empresario extranjero a su lado y preguntó: —Tío, ¿cómo está mi papá?
—No, no me llames tío, no quiero involucrarme en su problema.
El empresario, con el rostr