Mis pies tocan el piso hasta que estamos bajando el asesor y mi cerebro se conecta de nuevo a mi cuerpo.
La mano de Robert está en mi espalda y me hace caminar hasta adentro del auto.
Estoy pasmada, todo de los últimos minutos está corriendo al mismo tiempo por mi mente, solo ahí puedo respirar, mi mano está hecha puño y dentro de esta se encuentra doblada la fotografía de una mujer, ella está riendo, tiene el pelo largo, su figura es casi la de una modelo y su piel clara, está riendo a las puertas de la mancion, la misma en la que me he levantado esta mañana.
-Sé conocían- murmuro a Robert que ya está conduciendo, se siente como si cada vez que parpadeara cambiara de escenario.
-Es una larga historia señorita- el hombre siempre parece con un semblante neutral pero está vez está tenso.
-Dime la maldita historia- murmuro sin despegar los ojos de la imagen.
-El señor le dirá todo lo que necesita- me da una mirada de disculpas y sigue conduciendo, rápido, casi al límite de velocidad.
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