Ale salió del baño de su oficina, limpió sus labios con cuidado y fue directo a tomarse un vaso de agua. Todavía no lograba acostumbrarse a los malestares del embarazo, los cuales no solo la atormentaban en las mañanas, sino a cualquier hora del día. Acababa de almorzar y no retuvo la comida ni veinte minutos, cuando ya tuvo que correr al baño. Suspiró y se dirigió a llamar a Silvia, para que le pidiera algo ligero al restaurante del hotel, tal vez un caldo o un sándwich sin salsa alguna. Mientras esperaba a que llegaran con su pedido, agarró su celular y buscó las fotos que Noah había subido de estado. Charlie se veía contento, aunque algo en su mirada se sentía distinto, pero Noah... él no sonreía, aunque no dejaba de abrazar a su pequeño. Un nudo se le formó en la garganta a Ale, los extrañaba demasiado y estaba muy segura de que, si en ese momento le tomaban una foto, su rostro sería el mismo de Noah. Él no había contestado su mensaje y eso la mantuvo inquieta por horas. «Ta
El último mes había sido una cosa de locos, Grace se había concentrado de lleno en su boda, porque desistió de insistirle a su amiga que hablara y se sincerara con Noah. Tampoco era que él ayudara mucho, pues estaba tan concentrado en el poco avance conseguido en el proceso de custodia, que casi no había tenido tiempo de hablar con Alessia. Además, ella no tuvo el mejor mes, los malestares del embarazo se incrementaron, no había día en el que lograra escapar invicta de las náuseas y los alimentos que toleraba se redujeron a la mitad, pero todo el tiempo tuvo la mejor intención de ayudarle con todo lo de la boda y eso jamás dejaría de agradecérselo. La poca esperanza que tenía de ver llegar a su amiga, de la mano de Noah, había muerto en la mañana, cuando se hizo a la idea de que su cuñado entraría a la iglesia al lado de Ale y sería su acompañante. Grace respiró profundo y concentró su mirada en el espejo, que dejaba ver los avances que tenía la estilista con su cabello. En la ha
Alessia sentía que el aire se le escapaba de los pulmones, no podía creer lo que estaba sobre su escritorio y no podía llamar a Grace, pues los recién casados estaban en su corta luna de miel. Silvia no sabía qué hacer con su jefa, solo se limitó a acercarle un vaso de agua y a observarla, como si con eso pudiera evitar que le diera un ataque. El teléfono del escritorio de Silvia sonó y tuvo que salir de prisa a contestarlo. Ale levantó la revista, su cabeza no dejaba de repetir en su mente la celebración de la boda, en un intento de entender cómo era que había llegado a ser la imagen de una revista de chismes. No había sido capaz de abrirla y ver completa la noticia, pues con los solos titulares ya se sentía expuesta ante todos. La puerta de la oficina se abrió de nuevo, ella ni se molestó en mirar, pues pensó que sería Silvia, pero una voz masculina la exaltó. —Alessia, ¿qué ha pasado? —preguntó. —¡Así no debían ser las cosas! —gritó ella y dejó fluir sus lágrimas ante lo abruma
Charlie todavía estaba incapacitado por su malestar estomacal, así que, ese día no asistió a la escuela y Noah lo llevó con su abuela, que deseaba pasar el día con él, sin necesidad de esperar hasta el fin de semana siguiente. El pequeño saludó a su abuela, aunque en su cabecita no dejaba de darle vueltas a lo que había visto el día anterior.Había observado a su padre llorar mientras veía una cosa, que luego guardó dentro del cajón de la mesa de noche. Lugar al que, durante la noche, se escabulló mientras su papá preparaba la cena y vio que era una revista en la que Alessia salía en la portada. No detalló más, cerró el cajón y corrió de vuelta a la cocina, donde su papá ya lo llamaba para cenar. —Hijo, más tarde vengo por ti. Pórtate bien —le pidió Noah y Charlie asintió—. Charlotte… —dijo con tono serio e hizo un asentimiento en señal de despedida al que la mujer correspondió de la misma forma.Abuela y nieto entraron a la casa, mientras el pequeño se quitaba los zapatos y los deja
Noah volvió de la casa de Charlotte tras dejar a Charlie, pero antes de entrar a su hogar temporal, decidió quedarse en el parque a la vuelta de la esquina, tal vez el frío que hacía a esa hora mantuviera el lugar en calma y solitario. Él solo quería pensar y definir qué hacer con Alessia, porque su cabeza no dejaba de repetir lo que había visto y leído en esa revista.Los minutos avanzaron y el celular permanecía en la mano de Noah, hasta que se decidió. Si no era en ese momento, entonces no sería nunca.Buscó el teléfono de Ale en la lista de las llamadas salientes y se dio cuenta de que hace muchos días no se hablaban, eso le causó una opresión en el pecho. Presionó el botón de llamar y con el corazón en la garganta esperó a que contestara, pero no tuvo respuesta alguna. Ya sabía que algo así pasaría, pero no pensaba dejar de insistir, porque las cosas ya no podían esperar más, necesitaba hablar con ella y aclarar lo que sucedía.Estuvo unos minutos más en el parque, durante los qu
Noah no paraba de dar vueltas en su cama, se sentía desesperado al pensar lo que le pasaba a Alessia en la clínica. Necesitaba saber qué fue lo que pasó para que ella terminara internada, pero sabía que esa no era una hora apropiada para llamar a Georgia y llenarla de preguntas.Se levantó de la cama, no tenía sentido seguir ahí sin conciliar el sueño. Llegó a la cocina para prepararse un poco de café, pero vio la luz de la casa encendida y se preocupó por la señora Gretel. Se apresuró en ir a verla y saber si necesitaba su ayuda; sin embargo, al llegar la mujer estaba igual que él. Como ya era costumbre, el insomnio se había hecho parte de su rutina desde hace muchos años y aprovechaba esas horas sin poder conciliar el sueño, para leer un poco y tomarse una taza de su té de frutas favorito.—Señora Gretel, ¿se encuentra bien? —le preguntó al tocar en la puerta trasera.Ella levantó la mirada y le sonrió, aunque le pareció extraño verlo a esa hora en su puerta. Sabía que de vez en cua
No fue necesario preguntar en dónde quedaba la clínica, pues todos los datos los habían compartido en la revista y solo fue buscar, para llegar hasta ese lugar tranquilo y un poco apartado de caos de la ciudad.Charlie volvió a bostezar y él lo miró por el espejo retrovisor.—Ya llegamos, espera un poco e iremos a comer algo —propuso y el pequeño asintió.Se bajaron de la camioneta, Noah alzó a Charlie, ya no era tan pequeño, pero parecía su escucho ante lo abrumado que se sentía.En la recepción le dieron pronta respuesta de la habitación en la que Alessia estaba hospitalizada. No dio espera y subió al segundo piso.La habitación estaba cerca de la escalera y con cada paso que daba, sentía como si su corazón se fuera a salir. Golpeo suave y escuchó cómo en el interior alguien movía una silla. Al instante se asomó Alessandra y abrió los ojos ante la sorpresa de ver a Noah ahí; tragó saliva con un poco de dificultad y antes de abrir la puerta para dejarlos pasar, salió sin hacer ruido.
Alessia permaneció en la cama y las lágrimas que había controlado al ver salir a Noah, al final abandonaron sus ojos en dos raudales silenciosos. Ella sabía que la reacción de él era algo que podía pasar y nadie más que ella tenía la culpa, en especial por haberle ocultado el embarazo, pero si tuviera que volver a pasar por lo mismo, lo repetiría, pues todo el tiempo tuvo en cuenta el bienestar de Charlie. El solo imaginar que Noah se hubiese quedado con ella y los bebés, pero que al niño se lo llevaran a un hogar de paso, era algo que no se perdonaría nunca, ni en esta o en otra vida.Ella se sentía sin fuerzas y con la cabeza más confundida de lo normal; sin embargo, se limpió con prisa el rostro al escuchar una dulce vocecita que se aproximaba a la puerta.—¡Ale! —gritó Charlie al entrar a la habitación y corrió hacia ella para saludarla.—Cariño… —contestó de nuevo en llanto, aunque estaba feliz de tener al pequeño de nuevo a su lado. Sus brazos le pesaron una tonelada, para poder