Valentina esperaba con nerviosismo el ascensor al ver que se tardaba subió por las escaleras,estaba decidida a luchar por el amor de Augusto y su corazón palpitaba con furia como queriendo salir por su boca.
-El jefe se encuentra ocupado-.La detuvo la secretaria.
-Para mí no,aparte de ser su esposa todavía soy su mano derecha.
Levantó la mano para girar la perilla de la puerta y la chica la detuvo de manera tajante.
-Es que me dijo que no dejara pasar a nadie.
-Yo no soy nadie,además todavía soy su asistente-.Dijo con voz firme.
-Me temo que ya no,ese cargo ahora es mío.
Valentina se negaba a creer que Augusto la hubiese despedido si antes se sintió mal por su frialdad ahora se sentía peor,esa noticia le había caído como una patada en el estómago.
Apenas y pudo contener las lágrimas,apretó los labios y su manos mesaron sus cabellos.Suspiró tratando de encontrar la calma.
-Tranquila señora,Valentina no se jale más los pelos que se va a quedar calva.
-Me despidió,no quiere tenerme a su