—Tú me odias —masculla el chico y Gaby niega con la cabeza haciendo notar lo equivocado que estaba.
—No es así, chico —expresa el morocho y da un paso dentro de la habitación—. No digo que estoy de acuerdo con cada estupidez que hiciste para con Aye, pero sé también que lo hiciste por su bien, sabías que ella iba a dejar su futuro por ir contigo, yo lo sabía —Sonríe al decir eso—. Y accionaste debido a eso, pero también sé que, a pesar de mi negativa hacia ti, fuiste quien la hizo muy feliz y eso lo reconozco; no soy tan energúmeno como para no darme cuenta que la hiciste feliz, sin embargo —deja un pequeño suspenso antes de seguir—… también sé que no va a ser una buena decisión el que vayas ahora mismo tras ella.
—¿Por qué no? —pregunta el chico.
—Porque ella necesita pensar en lo que pasó, necesita espacio. Si algo aprendí con mi mujer, es que ellas necesitan un tiempo para reflexionar —entona con una sabedora sonrisa.
—Para cuando llegue a ella ya habrá tenido como veinte horas