Buenos Aires, Argentina…

En la casa de los Russel, Ian se encontró en la cocina con el celular en el oído tratando de comunicarse con su hijo, sin embargo, como le había pasado desde que comenzó el día, el teléfono lo enviaba directo al buzón. Llamó a la empresa, pero los empleados de Mateo le dijeron que él no se había presentado y que avisó que estaba con unos asuntos personales por lo que no iba a ir a la empresa. Algo no andaba bien, Mateo siempre atiende los llamados sea la hora que sea, ni siquiera una reunión importante lo detenía a contestar una llamada de su padre o su madre.

—¿Qué ocurre? —le pregunta Sofi llegando detrás de él y envolviéndolo con sus brazos por la espalda.

—Trato de comunicarme con Mateo, pero su celular me lleva directo al buzón —le contesta apoyando sus manos en las manos de su mujer que lo agarraban de su abdomen.

—Quizás se haya arreglado con Aye —sugiere.

—De todas maneras, atendería su celular.

—Recuerdo bien una vez que se escaparon juntos, se habían