Capitulo IV

Abrí mis ojos y vi como se paraba de la silla, ¿Se irá? Claro que se irá. Ningún hombre se quedaría con lo que le estoy diciendo y sobre todo lo que le estoy haciendo.

— Lo siento. — Le dije soltando sus manos rápidamente — Disculpa si te hice sentir incómodo.

El se me quedó mirando con incredulidad, cómo si decirle que lo sentía era absurdo. No me quedé allí a presenciar mi humillación, me levanté y agarré mi bolso, cuando me volteo ya estaba tan cerca que pude oler su colonia y así de la nada, me abrazo.

Puede que para él no vaya a significar nada, digo, sólo está siendo caballeroso. Pero para mí, ufss es justo lo que necesito en estos momentos, un abrazo que me resulta acogedor, que hace que me sienta protegida, es una locura, lo sé.

— No tienes que disculparte conmigo Ámbar, por favor no te disculpes más. No haces nada malo.

La tranquilidad con la que me dice estas palabras, me ponen a mi más.. más...

— Ámbar, mírame.

Su cuerpo se tensó como si de una descarga eléctrica se tratara, su voz ahora era grave, había firmeza en sus palabras. Pero no me atreví a mirarle.

— Ámbar. — Sus manos que antes posaban unidas en mi espalda ahora tomaban mi cara llevándola suavemente a encontrarme con su mirada.

— Eres la mujer más hermosa que he visto en toda mi vida. Lo digo de verdad. No pienso mal de ti y me parece admirable que decidas seguir con tu embarazo. — Había sinceridad en sus palabras, lo sé. Podía sentir como un hormigueo recorría mi piel, desde su agarre hasta la punta de mis pies.

— Pierre, me confundes. ¿Por qué me estás diciendo todo esto?

Sentía como se inclinaba hacia adelante, como si estar más cerca fuera posible. Es más alto que yo por lo que sentía su respiración. Todo él es pura sensualidad, tranquilidad, emana de él algo que aún no puedo describir con palabras.

— Tu me inspiras muchas cosas y de muchas maneras Ámbar. No tengo intención de irme, deseo saber más de ti. Pienso quedarme todo el tiempo que quieras que me quedé y sabes por qué... — Negué con mi cabeza — Porque ya no puedo ni quiero alejarme de ti.

— Pero te acabo de decir que...

— Si y te escuché, no me asusta. Soy un hombre maduro Ámbar, se lo que quiero.

— No sabes lo que dices — Dije soltandome de su agarre, dí unos pasos atrás y logre encararlo — Soy una mujer embarazada y a parte con grandes antecedentes médicos. No sabes siquiera si estoy o no con el padre de mi bebé Pierre. Si te estás burlando de mí, créeme que no lograrás nada. No te creo. Gracias por esto, pero ya debo irme.

— ¡Espera! — Me detiene sujetando mi mano — No te vayas por favor. Se que no estás con el papá de tu bebé, tu misma me lo confirmaste, y se lo que quiero. ¿Que te sorprende? ¿Por qué creés que me estoy burlando de tí?

— Oh vamos. Por favor... De verdad piensas que voy a creerme que un hombre que de paso a penas acaba de conocerme y que sabe parte de mi historia, quiere tener algo conmigo... No me creas tan tonta. — Si piensa que se va a burlar de mí, está perdiendo su tiempo.

— Para mi tu no eres nada de eso. — Dijo con voz seria.

— No sabes lo que dices, pero gracias por subirme el ánimo por un momento. — Le solté encaminada a la salida para irme. Ya he tenido suficiente.

En cuestión de segundos logró alcanzarme por detrás sujetando mi cintura y me dió la vuelta lentamente con tanta suavidad como si tratara con un cristal.

No sé que me hizo que sin darme cuenta, ya me tenía entre sus brazos nuevamente. No me soltaba, no dejaba de mirarme, su rostro se mostraba serio pero pude distinguir en sus ojos brillosos la ansiedad que le producía el que no le creyera.

— ¿En realidad piensas que no puedo interesarme en tí? No te menosprecies, el hecho de saber tu historia no me hace pensar menos de ti. Yo veo una mujer noble, hermosa...

— En cambio yo veo a un hombre que está aprovechando la oportunidad para engañar a una mujer, pero no lograrás nada. Y ahora suéltame por favor, este sube y baja de emociones no me hace bien, si no creíste nada de lo que te dije es tu problema pero yo por otra parte debo cuidarme de personas como tú.

Mis palabras parece que le cayeron peor que un balde de agua fría, por un momento se tensó, luego estaba aflojando su agarre hasta que de nuevo me sujetó lo suficientemente fuerte como para que no me soltara, lo que en realidad no hacía falta pues me quedé quieta, no quiero forzar más mi cuerpo, ya me siento cansada, física y mentalmente cansada.

— No creo que pienses en serio eso... Si supieras lo que pienso de tí, lo que siento. — Una de sus manos sujetó mi espalda, la otra pasó a tomar suavemente mi cara.

No podía zafarme de su agarre ni con mi mano medio suelta.

En un momento de flaqueo cedí ante esos ojos color miel que me tocaban el alma. Un suspiro salió de mi boca.

Intercambios de miradas que pasaban de la duda a la complicidad.

Respiraciones al compás de la música de fondo.

Y... Un beso que lo cambió todo.

...

Escucho a lo lejos mi teléfono sonar, cada vez se hace más claro el sonido. Pero estoy sumergida en su boca, sus labios me devoran, su lengua juega con total profesionalidad con la mía. Siento pasión, deseo, sus manos sujetan mi nuca mientras mis manos libres caen a los lados sin saber qué hacer. Su beso me llena, siento tanto fervor, tanta intensidad...

Rinn rinnnn rinnnnn...

No sé cuánto tiempo pasó para poder regresar en mí.

Santa m****a, lo ha logrado ¡ME ESTÁ BESANDO! y yo como una tonta sin hacer nada. Tengo que hacer algo...

— ¡AHHH! ¿Pero que?... — Ese gruñido junto con sus pasos hacia atrás me dieron tiempo para alejarme lo que podía de él — Tu ¿Me mordiste? — Dijo tocándose con sus dedos el labio partido mientras trata de ocultar su sorpresa y ¿Una medio sonrisa?

Es en serio...

— ¿Que haces? ¿Estás loco?... — Le respondo exasperada, mi respiración está agitada. — No sabes nada de mi... Qué creés que haces...

«No es bueno Ámbar vamos cálmate, cálmate. Regula tu respiración. Haz los ejercicios que te dijeron. Vamos cálmate.»

Esto no es nada bueno.

Mientras trato con todas mis ganas de calmarme, siento su mirada fija encima de mí.

¿Se estará burlando de mí?

Ohh Dios lo que me faltaba. Sí, mi primera impresión era la correcta.

Veo como se acerca con demasiada rapidez hasta mí, no sé qué es lo que le pasa pero en cuanto me fijo en su cara noto ¿Preocupación?

¿Eso es real?

No me da chance a reaccionar, a cada segundo que pasa me voy sintiendo más pesada, me está faltando el aire... Ya... Ya no escucho nada.

No siento nada.

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