Mientras observaba las enormes columnas de humo originadas por los ataques del enemigo, Gérard notó que una aeronave se acercaba por el horizonte. De inmediato se puso en guardia y se dirigió a sus subalternos.
—Hay una aeronave sospechosa viniendo del Sur, confirmen si es enemiga o no.
—Sí, señor —dijo el militar, al tiempo que se acercaba a la radio para establecer contacto—. Aeronave sin identificar, habla Palacio, ¡respondan!
Tras decir esto, el sonido distorsionado de la radio fue lo único que se escuchó, a lo que el soldado volvió a solicitar.
—Aeronave desconocida, habla Palacio, ¡identifíquense o procederemos a derribarlo!
De nuevo, solo el ruido se escuchó y esto causó tensión entre los presentes. Entonces el otro soldado, que estaba monitoreando el cielo a través del radar, dijo a Gérard con preocupación.
—Sir Bunger, la aeronave se está acercando peligrosamente, ¿cómo procedemos?
Al escuchar esto, Gérard suspiró de frustración y pensó: «¡Carajo! ¿Acaso Adolf está tan