DOUGLAS WARD
Salimos del parque de atracciones y volvimos a mi ático. Abrí la puerta y entramos los dos. En cuanto se cerró la puerta, la empujé contra la pared y capturé sus labios.
Sus dedos se enredaron en mi cabello mientras me atraía hacia abajo, queriendo más. No podía esperar más. La cargué en brazos como a una novia mientras caminaba hacia la cama, luego la dejé caer con delicadeza y me subí sobre ella, reclamando sus labios de nuevo.
La besé como si no hubiera un mañana, demostrándole cuánto significa para mí. Sus piernas me rodearon mientras me atraía más cerca, y yo gemí.
—Mi mujer... —susurré, mientras ella se incorporaba lentamente y mi mano iba a la espalda del vestido que llevaba.
Besé su cuello, mordiendo y lamiendo mientras ella gemía, agarrando la sábana con fuerza.
—Douglas... —susurró ella, con la respiración agitada.
—Mi mujer, mi amor, mi todo... Voy a adorar este cuerpo. Cuando termine contigo, te darás cuenta de que eres la única mujer para mí, la única que qui