DOUGLAS WARD
—Vete.
—Pero...
—¡Dije que te fueras! ¡Largo de aquí, carajo! —grité, mirando a Rebecca con odio.
—¿Qué te pasa? Hace unos minutos me estabas besando y ahora me estás gritando —dijo ella, cruzando las manos y mirándome. Juro que apenas podía contener la rabia.
—No lo voy a decir de nuevo, sal de mi casa —dije lo más calmado que pude.
—Yo no me... —simplemente la arrastré del brazo mientras abría la puerta y la arrojé fuera, luego le cerré la puerta en la cara.
Caminé hacia el sofá donde estaba su bolso y lo tomé con rabia, abrí la puerta y lo tiré fuera con ella.
Apenas cerré la puerta, me deslicé hasta el suelo y enterré la cabeza entre las manos.
Era un completo fracasado, conocía demasiado a mi mujer, sabía que vendría a buscarme cuando no me viera y lo armé todo. Le rompí el corazón, traicioné su confianza.
Pude ver que no me creía cuando empecé, pero cuando apareció Rebecca, vi cómo su confianza en mí se hacía pedazos.
¿Cómo pude hacerle algo así?
Sabía que no podía