75. UN ATISBO DE VALENTÍA
Las flores de Matías lo llenaron de rabia y celos. No soportaba imaginarla en brazos de otro hombre. Pero no podía reclamarle nada, al fin y al cabo, él salía con Mía ante los ojos de ella. Debía tener paciencia y seguir motivándola sutilmente a defenderse. Ahora mismo sonreía al escuchar la orden que Sofía había dado. A como diera lugar, la ayudaría a florecer y sacar su carácter.
Llamó a Sofía a su oficina, podía ver el rojo de sus ojos y sabía que había llorado, pero no le dijo nada. Ella lo miraba con odio, y respondía con monosílabos a lo que le respondía.
—¿No me dijo que no conocía a Matías? —no se pudo controlar los celos. — Por lo visto no es verdad.
Ahora mismo Sofía sentía la imperiosa necesidad de herirlo como él mismo había hecho con ella, por lo que al escuchar esa pregunta que le pareció impregnada de celos, le respondió:
—No tengo porque contestar con quien salgo o no en mis noches, si fue para eso que me llamó, me retiro.
El señor López no podía creer que ell