58. ENCUENTROS DESAFORTUNADOS
Su jefe apoyó su mano en su espalda con delicadeza, Sofía experimentó un ligero cosquilleo en el estómago. La sensación de ser guiada por aquel hombre poderoso y exitoso despertó en ella una mezcla de gratitud y admiración. Era la primera vez que alguien la trataba con tanta amabilidad y consideración, y eso la hizo sentir especial.
—Ya verás Sofi, esta tienda que vamos primero es la que usa mamá. La dueña es muy buena, es mi madrina, de seguro sabe lo que necesitas y quizás no tenemos que recorrer hoy todo el mercado —siguió hablando suavemente el señor López— tiene increíbles cosas, ya le expliqué que es lo que quiero, pero si no te gustan a ti, no tienes que aceptarlo. ¿De acuerdo? Eres la que debe de decidir.
—¿Yo? —preguntó Sofía casi en un susurro. Ella no sabía nada de moda de la alta sociedad, ¡que de la alta!, ni de la baja tampoco. Tenía absoluto desconocimiento sobre el tema, por eso se llenó de valor y dijo. —Le agradecería señor, que me ayude, sabe muy bien que no sé nad