57. LA GRAN MANZANA
Sofía de lo único que tenía ganas, era de quedarse en casa en compañía de Javier, a su lado todo el miedo, la agonía y los problemas desaparecían.
—Bueno…, si no te sientes bien, puedo ir a visitarte y conversar un poco para hacerte compañía y que no estés sola. De paso escogeremos todo por internet. ¿Qué opinas? —y agregó: —Fenicio también puede ir si te preocupa que nos vean solos.
—¡No! Las compras se escuchan bien señor —contestó Sofía asustada. —Deme media hora y lo esperaré delante del edificio.
Por nada del mundo debía permitir que el señor López la visitara, y mucho menos su jefe de seguridad que la estaba investigando. Con solo poner un pie en su casa descubriría su secreto, pues todo gritaba que vivía un infante allí. Suspiró resignada, al tiempo que escuchó a su jefe decir.
—No hace falta que me esperes en la entrada, no salgas puede que me demore, te llamaré cuando llegue. Hasta luego Sofi —se despidió López.
Sofía colgó el teléfono y dejó escapar un suspiro resigna