295. INICIO DE LA PARTIDA
Sus ojos se habían posado en una creación que eclipsaba a todas las demás: un vestido de un azul profundo que parecía haber sido tejido con hilos del propio cielo nocturno. Al levantarlo, el tejido fluía entre sus dedos como agua viva, y sabía que era el elegido. Era un vestido digno no solo de una dama de la alta sociedad, sino de una reina en su coronación.
—Ayúdame, rápido. Tengo que llegar puntual, no puedo hacer esperar a sus majestades —pidió nerviosamente Lady Sabina a su dama de compañía. — ¿Hiciste lo que te pedí?
—Sí, mi Lady —contestó la dama de compañía aunque bajó la cabeza esquivando los ojos de Lady Sabina —ya todos ellos llegaron y están listos para negociar con usted.
—Nada puede salir mal. A partir de hoy seré la dueña absoluta de todo, nadie sospechará si a Lord Henry le da un infarto de la emoción. Tú solo encárgate de que su mayordomo Jeeves se aleje de él —seguía dando órdenes Lady Sabina a su dama de compañía que la ayudaba a vestirse.
—Sí, mi Lady —conte