26. CONTINUACIÓN
El señor César López la miró aún más desconcertado, pareciendo dudar de su respuesta. Era evidente para él que a su asistente le sucedía algo que no le quería decir.
—¿Indigestión? ¿Por qué no te tomas el resto del día libre y te vas a casa a descansar? —sugirió el señor López con un tono de preocupación en su voz.
—¡No! No puedo irme ahora. ¿Acaso olvidó que tenemos una reunión importante y no puedo faltar? —respondió Sofía apresuradamente, arrepintiéndose al instante. ¿Cómo pudo ser tan tonta? ¿Por qué no aprovechó esa oportunidad?
El señor López frunció el ceño y la miró con desconfianza. No se le había olvidado la reunión, pero tampoco quería que se viera interrumpida por un problema de salud de su asistente.
—Está bien, pero asegúrate de que esto no interfiera con tu trabajo —dijo el señor López antes de alejarse.
Sofía suspiró aliviada cuando el señor López se retiró, pero se sintió ridícula por su respuesta poco convincente. ¡Indigestión! ¿En qué estaba pensando?, se repro