208. EL PADRE
Mientras en la oficina de César, este miraba al hombre desconocido que había pedido hablar a solas con él. Aunque aceptó que Fenicio estuviera presente. Se habían sentado en silencio mirándose como si se estuvieran midiendo antes de una batalla.
—Y bien, ¿qué es eso qué quiere decirme? —preguntó con seriedad.
—Señor César, soy el verdadero Javier López, vine a reclamar lo que me pertenece y eso incluye a Sofía y mi nieto …dijo el hombre con solemnidad.
—Puedo darle toda la fortuna si demuestra ser quien dice. Pero a mi mujer y a mi hijo, no —respondió de inmediato César.
—Entonces…, tenemos un serio problema —dijo amenazante.
César, con su rostro marcado por la sorpresa, miró de frente al desconocido. El hombre había hablado con una seguridad y una convicción que no dejaban lugar a dudas. Y las pruebas que comenzó a presentar, documentos y fotografías, parecían respaldar sus afirmaciones.
—¿Está diciendo que usted en realidad es Javier López...? —preguntó César.
El hombre