127. LA PROPUESTA DE ELVIRA
Las lágrimas de alegría y emoción llenaron los ojos de la señora Elvira mientras abrazaba a su hijo con ternura.
—Gracias, César—, susurró ella. —Estoy segura de que esta decisión nos traerá aún más felicidad y nos permitirá estar unidos en los últimos días de mi vida. Será un regalo poder compartir este tiempo con ustedes.
En ese momento, César López comprendió el contenido del correo que su madre había recibido unos días antes y se dio cuenta de que ella estaba de su lado. La abrazó emocionado mientras le susurraba palabras de agradecimiento.
—Gracias, mamá—, dijo César. Luego, cargando a Javier en brazos, se dirigió hacia donde Fenicio estaba llegando en ese momento y le dijo: —Arregla todo. Nos vamos en media hora hacia Capitalia y asegúrate de que nadie se entere.
—¿Nos vamos? ¿Qué quieres decir con que nos vamos?
—Eso, nos mudamos para siempre a Capitalia. La seguridad de mi familia está por encima de todo lo demás.
—Entiendo —fue la sola respuesta de Fenicio que en menos