Había sido testigo del increíble cambio en la personalidad de su hijo. Era evidente que el amor de Sofía había sido el catalizador de esta transformación. Y la señora Elvira no podía estar más feliz porque César había encontrado a alguien que le brindara esa felicidad, y había borrado esa sombra de tristeza de su rostro. Amaba a su nuera como si fuera su hija por tan solo el hecho de hacer a su hijo feliz.

Cuando recibió cierto sobre en sus manos, que le confirmó lo que sospechaba sobre su nuera. La señora Elvira tomó una decisión firme. Sin importar de quien fuera hija Sofía, ella no permitiría que nadie rompiera la felicidad que tanto había buscado para su hijo. Luego de confirmar con su abogado otro punto que le había confesado su esposo, respiró aliviada. Con determinación, lo quemó como había hecho con el primero, dejando que las llamas consumieran la amenaza que significaba ese contenido.

La felicidad de su hijo, era lo único que importaba. No era ciega, y nunca lo había v