Elvira estaba preocupada por su amiga, ya que le parecía que ese hombre con quien se veía, no era de fiar por la manera en que la miraba.

—Viky, ¿no te parece que ese hombre es demasiado mayor para ti? Parece que tiene alrededor de treinta años —expresó Elvira con preocupación.

—Elvira, no te entrometas en mi vida. Soy hija de un conde, ¿entiendes lo que eso significa? —preguntó con furia. —Merezco lo mejor de lo mejor. Sin embargo, mis ineptos hermanos dilapidaron toda la fortuna después de la muerte de papá y me dejaron en la pobreza. Ese hombre me va a proporcionar la vida que merezco, aunque tenga que ser su amante. Así que mantén tu boca cerrada y no le digas nada de esto a nadie.

—Viky, mi enamorado podría presentarte a algún chico de nuestra edad, quizás alguien adinerado —dijo Elvira con cariño. —Tiene un buen auto y me ha dicho que conoce a gente muy influyente.

—¡Déjame en paz y no te entrometas en mi vida! —Vociferó furiosa. — No necesito tu ayuda, puedo arreglármelas