Capítulo 29: Nervios
Natasha estaba demasiado entusiasmada que no esperó a que Domenico le abriera la puerta. Bajó del auto e inclinó la cabeza hacia atrás, tomando una respiración profunda. El olor de la naturaleza inundó sus sentidos y una sonrisa se extendió por su rostro. Le gustaba la ciudad y el bullicio que la caracterizaba; sin embargo, también disfrutaba de la tranquilidad que le brindaba alejarse de todo eso por unos días.

—Comenzaba a extrañar a este lugar —comentó, mirando sobre el hombro a Domenico, que estaba de pie junto al lado de la puerta del conductor. Él parecía algo distraído, pero pareció recomponerse cuando sus miradas se encontraron.

—También yo —dijo Domenico, yendo a la maletera por las cosas que habían traído—. Deberíamos venir más a menudo.

—No me opondré a ese plan. ¿Quieres que te ayude con eso?

—Descuida, puedo hacerme cargo.

Natasha se acercó de todas formas y tomó una de las bolsas de la maletera. Domenico le dio una mirada divertida y ella solo sonrió antes de dirigirse
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