El carrusel giraba con su música nostálgica, envolviendo el parque en una atmósfera casi mágica. Las luces de colores comenzaban a encenderse con la caída del sol, y el aire olía a algodón de azúcar y maíz tostado. Clara reía, montada en un caballo blanco que subía y bajaba con ritmo suave. Saludaba a su madre con la mano cada vez que pasaba frente a ella, como si fuera una princesa en un desfile encantado.

Cynthia forzó una sonrisa desde la banca de madera donde estaba sentada. Estrella había quedado en su clase de piano por la tarde, y el tiempo libre con Clara le pareció, en un principio, una buena idea. Algo ligero y algo que le permitiera olvidarse de todo por un momento.

Pero no funcionaba.

La culpa estaba ahí. Atrincherada en el pecho. Vibrando en cada parte de su cuerpo como un eco maldito. El carrusel giraba, pero ella no podía dejar de pensar en Mathias. En su voz áspera, su tacto firme, en su boca y sus palabras.

En lo que habían hecho.

Su celular vibró en su bolso. No lo