En ese instante, él se quedó inmóvil como una estatua. Después de mucho tiempo, comenzó a llorar en silencio, mirándome con dolor. —¿Cómo puedes estar tan segura de que él no perderá el rumbo en una vida tan larga? He cambiado, ¿podrías darme otra oportunidad?
A pesar de su humilde actitud, permanecí impasible. Cuando amas a alguien, no soportas verlo sufrir ni un poco; cuando ya no lo amas, su sufrimiento te es indiferente. Negué con la cabeza y, de reojo, vi un rostro familiar - Gabriel me miraba fijamente con una sonrisa tonta. Casi había olvidado que ya se había hecho muy amigo del dueño de la cafetería. En todos los lugares que frecuento, tiene sus "espías".
Una vez, después de reunirme con urgencia con un cliente, me sentía hambrienta. Casualmente había un restaurante de desayunos cercano que frecuentaba. Apenas me senté, sentí que todo me daba vueltas. Justo antes de desmayarme, pensé que algo andaba mal. Pero al despertar, vi el rostro preocupado de Gabriel frente a mí y ya no