- Me duele demasiado el corazón - murmuré, y empecé a llorar. Limpié las lágrimas, sintiendo que no podía soportar tanto dolor. Era demasiado profundo, y no sabía cuánto podría resistir.
-Usted… va a morir así.
Entonces, una voz desconocida habló detrás de mí, y al girarme, me encontré con una anciana de baja estatura que sostenía un bastón entre sus manos.
La mujer tenía el cabello blanco y largo hasta la cintura. A pesar de sus arrugas, conservaba su belleza. Sus ojos azules eran enormes y sus labios estaban agrietados. Llevaba un poncho de piel de animal sobre su espalda.
Nos miramos, y me acerqué a ella, curiosa.
- ¿De qué habla? - preguntó.
Ella simplemente dijo:
- Morirá, pero también de dolor.
- Supongo que es mi destino - murmuré.
La anciana observará al bebé en los brazos de Germán.
- Tienes una hija - comentando, señalando a la bebé.
- ¿Cómo lo sabes? - preguntó.
- Porque yo lo sé - respondió. Luego se dio la vuelta y dijo: - Sígueme.
Entonces, con Germán y el vampiro herido