Mi suegra se sorprendió y quería arrebatarme el acuerdo. Pero me hice a un lado.
—Mamá, ¿qué quieres hacer? Hay mucha gente aquí. ¿Quieres romper el acuerdo?
Mi suegra me miró enojada antes de dar un paso atrás.
Al verlo, Julia se irritó. Sacudió la nota y me señaló con la cabeza en alto:
—Si no me devuelves el dinero, ¿quién lo hará? Prometió darme un millón de dólares.
Señalé a mi suegra:
—Mi marido amó más a su madre. Por supuesto que devuelve el dinero.
Julia miró a mi suegra, como si estuviera pensando en algo.
Mi suegra retrocedió y dijo:
—¿Qué quieres decir? ¿De verdad quieres que te devuelva el dinero?
Julia resopló con frialdad:
—Me prometiste un millón de dólares. Si no me lo das, no te acerques a tu nieto. –dijo Julia mientras me echó un vistazo con la expresión provocativa.
Parecía haberme derrotado gracias a su hijo. No sabía que yo la menospreciaba.
A diferencia de otros, el abuelo de Javier ya tenía más de ochenta años y no podía soportarlo más.
Su abuelo solía conceder