Tengo un serio defecto. Soy demasiado impetuosa y vehemente. Me convencí que Marcia era la mala de la película y fui a encararla en su propia oficina. Su secretaria se sorprendió cuando me vio aparecer muy seria. -Señorita Pölöskei, la señorita Furris está en una reunión muy importante-, intentó ella atajarme, pero la esquivé y de un golpe abrí la puerta de su despacho.
Marcia se besaba muy acaramelada con un tipo, incluso estaba media desnuda, subida a sus piernas, engolosinada a los labios del fulano ese. -¿Qué demonios, Patricia?-, se alzó turbada Furris, abotonando su blusa y jalando, apurada, su falda.
-Quiero hablar contigo-, crucé los brazos. El sujeto arregló su corbata y su saco, y se marchó embozado en sus hombros, agazapado incluso, tratando que no lo vea la cara. Era un infiel a su hogar, sin duda alguna.
Furris se puso sus zapatos, arregló sus pelos, se pintó la boca y pidió que me sentara. -¡Paola! que nadie nos interrumpa-, pidió a su secretaria. Luego me miró