— ¿Crees que esto va a funcionar? — Cintia miró al beta que había colocado un par de gotas de alguna cosa dentro del té que había ordenado llevar a su habitación. — No sé si sea buena idea cómo están las cosas ahora mismo, Ermes.
— Esta es la forma más fácil de conseguir lo que queremos — el lobo sonrió ligeramente —. ¿Tienes miedo ahora?
— No, no tengo miedo, me preocupa que las cosas no salgan como tenemos planeado, si Falcón se muere antes de… de que nuestros planes funcionen, todo será peor.
— No va a morir — dijo Ermes tomando a Cintia de la cintura —, ahora déjate de tonterías y llévale el té, haz que se lo tome Cintia, todo.
— Bien.
Falcón dejó a un lado los documentos en su escritorio e intentó no pensar en Emilia; las dudas de si estaba bien o mal lo estaban carcomiendo. Su culpa también estaba dando vueltas a su alrededor y la situación en la que estaban ahora ponía todo demasiado difícil para hacer otra cosa que esperar.
¿Por qué?
La guerra estaba sobre nuestras cabezas una