— ¿Bien, cuéntenos, señor… ¿Falcón? — La entrevistadora de cabello café perfectamente peinado sonrió a la cámara frente a ambos — Realmente viven en… ¿Manadas?
—Sí, somos una comunidad bastante aferrada a sus instintos — respondió —. Además, nada vale más para nosotros que la familia que creamos, con la que vivimos.
— ¿Con quién viven? — La mujer bufó haciendo a Falcón enfadar internamente — ¿Cómo en las mismas casas?, ¿Duermen juntos como los... — carraspeó — los…
— ¿Lobos reales? — Falcón terminó la frase —. No, cada uno tiene sus casas, sus negocios, su vida; somos igual de civilizados que ustedes.
— Creo que eso es decir demasiado, ustedes son bastante agresivos.
— Lo somos, cuando los humanos intentan masacrar a nuestra especie sin ningún tipo de preguntas, como hace unas semanas — Falcón miró a la mujer —. Dejaron huérfanos a dos pequeños niños de cinco años que ahora no dejan de preguntarle a sus abuelos por sus padres.
— ¡Corten!
El hombre detrás de las cámaras se puso en pie