Ethan soltó a Adrián de su regazo y se quedó unos segundos mirando cómo el niño se acomodaba sobre el pequeño escritorio, dispuesto a continuar con su "trabajo". La tranquilidad de la oficina se interrumpió por el sonido del teléfono móvil de Ethan, vibrando sobre la mesa. Miró la pantalla y vio que era el abogado, era un número conocido que lo conectaba con los detalles más complicados de su vida. Un suspiro escapó de sus labios antes de contestar.
—Buenos días, señor Moreau —saludó el abogado con voz firme y profesional.
—Buenos días, Pierre. ¿Cómo van las cosas? —respondió Ethan, sintiendo una ligera presión en el pecho. Sabía que este asunto no se resolvería sin complicaciones.
—En realidad, tenemos una actualización. Helena ha aceptado la reunión. Quiere ver a Adrián y a ti hoy, en la plaza principal. Es algo que no podemos evitar, y me gustaría saber si es posible que sea en una hora.
Ethan no pudo evitar tensarse. Miró a Adrián, que seguía tan ajeno a la conversación, absorto e