Se acercó, miró a Juan y luego a la espalda de Lorena que se alejaba y dijo: —Señor López, ¿quiere perseguirla?
Juan la miró fríamente: —¿Quién es?
La mujer se congeló un poco y sonrió: —Me llamo Yolanda Navarro.
A Juan le pareció recordar un poco el nombre, pero no podía recordar de quién se trataba.
Yolanda miró su reacción y se sintió un poco triste, pero dijo con calma: —Yo fui quien donó médula ósea a la señorita López, ¡mi padre se llama Pablo Rojas!
Un comentario que impresionó a Juan.
Hacía unos años, Luis le había contado que Pablo tenía una hija ilegítima llamada Yolanda a la que quería traer de vuelta a casa para criarla.
Pero Anastasia no estuvo de acuerdo y la obligó a morir, así que tuvo que enviar a Yolanda fuera del país y nunca la reconoció.
La madre de Yolanda quedó desatendida.
Pasaron los años y nunca se volvió a hablar del incidente, y los de fuera solo veían lo feliz y próspera que es hoy la familia Rojas.
«Resulta que la persona que Estela encontró para