Sin embargo, no mostró nada y salió del hospital con Polo enseguida.
Susana podía volverse loca si quería, y no le importaba la actitud de Juan tampoco
Naturalmente, Lorena no sería tan estúpida como para meterse en sus asuntos.
Polo también tenía una mirada algo oscura y compleja y sus cejas convergían frialdad.
Lorena se despidió de él y regresó a la empresa.
Polo permaneció unos minutos al lado de la calle y luego hizo una llamada:
—Mamá, ¿hiciste al público enterarse de que Juan encontró a Amancio?
Una voz tranquila y elegante de una mujer sonó por el teléfono:
—Soy yo, no puedes seguir ocultando al chico, el poder de Juan no puede ser subestimado, mantenerlo oculto despertará sus sospechas.
Colgó el teléfono.
La expresión de Polo volvió a ser fría y seria.
Por la tarde.
Sin saber si Susana le había dicho a Juan que Lorena quería robado el bebé, Lorena recibió una llamada de Rafael, el ayudante de Juan.
Lorena conservó su número de teléfono debido a anteriores interacciones comerci