Capítulo 130
Estaba lleno de materiales inflamables, y el fuego arrasó instantáneamente el desorden y las cajas de cartón del estudio, como lenguas de fuego que barrían las cuatro paredes.

Susana siseó horrorizada, tosiendo tan fuerte que ni siquiera pudo completar la frase.

Se había dado cuenta de quién era y dio un manotazo en la puerta, como si pudiera ver a la mujer de fuera, y abrió la boca con saña:

—Lorena, sé que eres tú, viniste a intimidarme cuando tú misma no llegaste a la muerte, me robaste a mi hombre, me robaste mi felicidad, ¿qué cara tienes para culparme?

—Estáis divorciados y sigues molestándome, ¿tienes que avergonzarte de ti misma, él y yo nos amamos con todo el corazón, por qué no puedes dejarnos estar juntos?

En el final de la charla, Susana incluso lloró desconsolada.

Lorena estaba de pie a poca distancia, viendo el humo salir de las rejillas de ventilación, y podía imaginar el calor que soplaba en el interior, para no ser menos que el incendio que ella misma había experimenta
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