- Ven, siéntate aquí. él dijo.
Se fue, sentándose en el otro sofá, bebiendo su té, tratando de mantener la calma y pensar en qué decir.
- Ralf ha estado aquí desde que comenzó la lluvia. Él está bien. No había forma de avisar. - él dijo.
- Me lo imaginaba... Pero necesitaba asegurarme. Mi tía estaba segura de que estaba bien... Pero yo no.
- ¿Así que decidiste volver a casa? preguntó.
- Sí. - él dijo.
- ¿Problema resuelto?
"Sí…" dijo ella, sin entender muy bien lo que él estaba tratando de decir.
El té era bueno ya una temperatura agradable, con azúcar tal como a ella le gustaba.
- Perro desagradecido... Ni siquiera se preocupaba por mí. - Dijo ella acariciandolo.
- ¿Cuando te vas? preguntó.
- Todavía no lo sé. Voy a hablar con mi tía. No sé cómo reaccionará ella.
- ¿Por qué no sabes cómo reaccionará? ¿Crees que a ella no le gustará tu partida?
- No... Me gusta mucho la tía Dani, pero a veces me confunde.
- Eso es normal para la gente.
- Sí tienes razón.
- ¿De dónde conoces a mi padre