—¡Natalie está loca! Ella no supera la muerte de mí… Entiende, Amy, está mal y solo nos hará pasar malos ratos, te pido, por favor, que no la dejes volver a entrar en la casa.
Amy le miró con duda, pero asintió.
—Está bien.
Bruce estaba en aquel bar, mirando a esa joven, que estaba frente a él.
—¿Aprendiste todo lo que te dije?
La chica asintió.
—Muy bien, a partir de ahora te harás pasar por Mina, la hija de Fedora Leeman, y la gran heredera a su fortuna, pero no te equivoques, Mina, todo ese dinero es mío, y si actúas en mi contra, no dudaré en matarte ¿Lo entiendes?
—Sí, lo entiendo, no lo traicionaré, solo no lastime a mi padre.
Bruce sonrió.
—Buena niña —dijo
Fedora caminaba de un lado a otro en su despacho, ante la mirada de Steven, que no daba crédito a lo que ella decía.
—Simplemente, no puede ser verdad, piensa, Fedora, ese hombre se atrevió a decir todo en este momento, eso solo puede ser un chantaje.
—¿Y si no? —exclamó desesperada—. ¿Y si no es un chantaje? ¡Si