Fedora decidió quedarse y cuidar a su hija, ella misma.
—Iré a la casa a cambiarme y volveré, cariño —dijo Bruce.
—No vuelvas, hasta mañana, déjame con mi hija.
Bruce la miró serio
—Como quieras.
El hombre di la vuelta y se fue. Ni siquiera se despidió de nadie.
—Madre, ¿Quieres que me quede a tu lado?
—No, vayan a descansar, Kenneth, por favor.
Él asintió.
—¿Irán a la mansión Leeman? —preguntó Claudette
—No, queremos ir a la mansión Lang, sería mejor, si ustedes lo permiten.
—Claro, hijo, es su casa.
Amy se sintió extraña de ir de nuevo a casa, pero lo aceptó.
Fedora cuidaba a Lorraine, mirándola con tristeza y dolor
«Es la segunda vez que algo malo les pasa a mis hijos, todo por mi culpa, pobre de mi niña, ¿Por qué Dios? ¿Tan cruel castigo contra mí? Debías desquitarte conmigo y no con mi niña»
Ella lloraba en silencio, mirando a su hija, tan frágil en esa cama.
Bruce caminaba de un lado a otro, no dejaba de beber desesperado.
—No, esa niña no dirá nada, no puede, ad