Amelie intentó acercarse a Amy, pero ella retrocedió asustada.
—¡Usted no es mi madre, no! —exclamó
Amelie la miró con dolor, negó
—Lo soy, querida.
Su padre entró y vio a esa mujer, fue como ver al peor de los fantasmas ante él.
—¡¿Qué haces aquí?! —exclamó con rabia al verla
Amy lloró.
—Entonces, ¿Es verdad? ¿Esta mujer es la madre que me abandonó?
—¡No te abandoné, hija! Fue tu padre quien me obligó a alejarme para poder casarse con Claudette.
—¡Eso no es cierto!, —exclamó Claudette defensiva.
—¡Mientes! Di la verdad, tenías un amante, me humillaste de la peor forma, no iba a permitir que siguieras a mi lado y enseñaras a tu hija tu horrible comportamiento. Te eché de mi lado, pero tú no te fuiste con las manos vacías, te di mucho dinero para que te fueras con tu amante y no dudaste en tomarlo.
Las lágrimas de Amy cayeron por su rostro y tenía una mirada llena de decepción.
—¡No...!
—Váyase de aquí, señora, no tiene nada más que hacer aquí —sentenció Amy con firmeza.
Amelie le miró