Mundo ficciónIniciar sesiónValentina no podía dejar de sonreír. La luz brillante que llenaba la habitación ya no era punzante; sus ojos se estaban acostumbrando. Incluso el olor a medicamento que antes le daba náuseas ahora se sentía más dócil, quizás debido a las terapias cada vez más rutinarias, que la hacían olvidar lentamente que aún estaba en recuperación.
—Estoy muy contento con este progreso, Señora Valentina —dijo el doctor.
—Doctor, no sea tan formal —protestó Valentina con ligereza.
—¿Quién empezó? —respondió él rápidamente.
Valentina se rio suavemente. —De acuerdo, usted gana... Dr. Julián Álvarez.
El doctor sonrió ampliamente. Frente a él, Valentina parecía diferente: más viva, más ligera. Había algo en el rostro de la mujer: la







