X. ¡Rápidos y furioso!

Por alguna extraña razón, a pesar de que me estuviese negando a ver o tener algo con Nathaniel, me encontraba en mi casa limpiándole y curando sus heridas, lo cual no resultaba muy congruente con mis deseos.

—Maeve, siento mucho lo que sucedió aquel día en el barco.

—¿Qué es lo que lamentas? ¿Haber perdido el control o el hecho que terminé en el hospital…? ¿O el que me dejaste sola en el hospital?

—Siento mucho todo, absolutamente todo lo que te hice y he hecho… —se sinceró Nathaniel, abrazándome en la cintura.

—No te preocupes. En vez de enojarme, prefiero alejarme de ti y dejar que seas feliz en otro lado, eres mucho mayor que yo Nathaniel, eso lo sé… pero prefiero vivir debajo de un puente feliz, que en una mansión de envidia añorando mi felicidad. —le murmuré en un tono melancólico.

—Por favor dame una segunda oportunidad Maeve, pequeña… sé que te falle, pero te prometo que lo hare mucho mejor, porque la gente no cambia porque se lo pidan… y yo quiero cambiar para ser mejor para m
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