Mi mano fue al sobre, pero él fue más rápido y lo apartó de mi alcance.
―¿Podemos tomar prestado el consultorio por quince minutos? ―habló Derek, dándome la espalda.
El doctor se veía dudoso, sin embargo, terminó aceptando.
―Devuélvemelo, por favor ―Estiré la mano.
Negó con la cabeza, sentándose en la silla donde antes estaba el doctor. Me ignoró.
―¿Cuál será el nombre de este adefesio? ―Colocó el tobillo derecho sobre la rodilla izquierda.
Abrió el sobre sin cuidado alguno. Vio el interior.
―¿Qué carajos es esto? ―gruñó, volteando el contenido en el piso.
Varios pedazos de vidrio enrojecidos cayeron al suelo. Parpadeé, sin comprender al principio.
―¿Qué significa esta basura que te escribió? ―gruñó con rabia.
Esta