Su cuerpo se puso rígido. Sus manos se cerraron en mis hombros con decisión.
―Erika, estoy tratando de ser paciente y que me digas el nombre de esos desgraciados por tu cuenta. Pero me lo estás haciendo cada vez más difícil ―exhaló con rabia―. Te juro que si me dices sus nombres, yo los mataré.
―Nietos ―Solté de pronto, sorprendiéndome a mí misma.
―¿Nietos? ¿Los nietos de quiénes fueron? ¿Es de alguna familia que conozca? ―dijo con rapidez.
―No, no. Tú le dijiste a tus padres que tu abuelo está al tanto de nuestro matrimonio y que estaba esperando nietos de nuestra… mí parte.
Miró a ambos lados, buscando escapatoria. Se pasó la mano por el pelo húmedo, echándolo hacía atrás.
―Sí, eso es cierto ―respondió sin más, mirando algún punto de la pare